YAHVE
En las
Escrituras hebreas, Dios es presentado como creador y este concepto imprime
todo el discurso judío sobre Él.
Para los
judíos, cuando dicen que el mundo es creado significa que no es independiente
de Dios; al contrario, es producto de su voluntad, por eso Él es Señor de toda
la tierra. Esto explica la antipatía que los judíos sienten hacia la idolatría
(o sea adorar a varios dioses y representarlos mediante imágenes).
Con respecto
al ser humano, éste fue hecho a imagen de Dios; por ello, la comprensión hebrea
de Dios es antropomórfica (es decir, se le atribuyen las potencias humanas).
Por eso, Dios prometía y amenazaba, podía enojarse y ser asimismo envidioso;
pero sus atributos principales eran virtud, justicia, compasión, verdad y
lealtad. Es representado como rey, juez y pastor. Él establece pactos con su
gente y así se autolimita.
Sin embargo,
a pesar de su condición antropomórfica, tiene claro que es una divinidad viva.
Es verdad que el nombre de Dios, Yahvé, era entendido como "Yo soy el que
es", pero no era tomado por los hebreos de la época bíblica en el sentido
abstracto y metafísico en el que se le consideró más tarde. El Dios hebreo era
único y su mandato fue, "¡No tendréis otros dioses delante de mí!".
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